Después
de pasear las sendas
con los
molinos insaciables, atrapando el polvo,
agarro
mis huesos fuerte
y dejo
de repartirme.
Hace
tiempo que rebasé las aguas fugitivas.
Hace
tiempo que me alisté a los pétalos del amor deshojados,
por
atajos de fluidos temporales.
Me
gustan las almas puras,
las que
no tienen miedo de vaciarse.
El
paraíso, está hecho de fuego y mármol.
He
desvestido las noches,
he
regalado mi úlcera transparente,
me he
encerrado con locos en sus celdas
vertiendo
de forma inagotable
el
placer de la curiosidad.
Hoy, sin
embargo, cierro la noche.
Mi
fresca sonrisa
seguirá
siendo un lago sin fondo
donde
renacer libres.
Mi boca
seguirá inventando nombres
con los
que conducir por ruta salvaje, hacia el sueño.
Pero mi
corazón, cansado,
sólo
será ya
cuando
se pose en mí
la pulpa
de la inocencia.
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